3/12/2009
El ejemplo de William Wilberforce al abolir la esclavitud
se cumplen 200 años de la votación que puso fuera de la legalidad el tráfico de seres humanos en los dominios británicos. El 23 de febrero de 1807, por 283 votos a favor y 16 en contra, la Cámara de los Comunes aprobó la Slave Trade Act, que recibió el asentimiento real el 25 de marzo de ese mismo año.
Wilberforce, un metodista amigo del primer ministro
William Wilberforce nació el 24 de agosto de 1759 en Hull, condado de Yorkshire. Hijo de un rico mercader, huérfano a los 17 años, se traslado con sus tíos en Londres. Por su tía Hannah conoció el metodismo, denominación protestante fundada por John Wesley en el seno de la Iglesia anglicana. El metodismo sacaba la predicación a las calles, fuera de los templos, y pedía con ardor una reforma de las costumbres frente a un anglicanismo cada vez más “culto de Estado”. Muerto Wesley, el metodismo se separó de la Iglesia Anglicana.
En 1776, el joven Wilberforce, estudiando en el St John´s College de Cambridge, entabló una profunda amistad con William Pitt, que habría de ser Primer Ministro de Gran Bretaña durante 20 años. Pitt nunca fue un hombre especialmente moral: Wilberforce sería su conciencia en muchas ocasiones, como reconoció el propio Pitt.
Parlamentario a los 21 años
Poco interesado en los negocios familiares, Wilberforce decidió dedicarse a la política desde muy joven. Con tan solo 21 años, en septiembre de 1780, fue elegido miembro del parlamento por Hull como independiente entre los Tories. Tres años después su amigo Pitt se convirtió en Primer Ministro.
Wilberforce veía en la política un instrumento reformar la sociedad a partir de los valores éticos y morales del evangelio. Wilberforce no era tanto un político que en su vida privada era cristiano, como un cristiano que quiso valerse de la acción política para servir a la sociedad. Así podía escribir:
“Dios Todopoderoso ha puesto delante de mí dos grandes objetivos: la supresión del tráfico de esclavos y la reforma de las costumbres”.
Nunca escondió su condición de hombre de fe. Al contrario, hizo de la fe su fuente de acción política.
Contra el esclavismo
Su campaña abolicionista no fue tarea fácil. La esclavitud no acababa de ser vista por la sociedad británica como algo intrínsicamente malo. Tampoco ayudaba nada la posibilidad de un conflicto armado con la Francia revolucionaria. Los británicos estaban más preocupados por la suerte de su patria tras lo ocurrido en el país vecino, que en la suerte de los esclavos.
Pese a todo, Wilberforce y sus compañeros abolicionistas –Charles Fox en la Cámara de los Comunes y Lord Genville en la Cámara de los Lores- no cejaron en el empeño, ni se echaron atrás ante las constantes derrotas en votaciones parlamentarias.
La muerte de Fox en septiembre de 1806 parecía ser un golpe definitivo para el grupo de abolicionistas, pero lo cierto es que Wilberforce dedicó los últimos meses de ese año a escribir su ensayo A Letter on the Abolition of the Slave Trade (Carta sobre la Abolición del Tráfico de Esclavos). Publicado el 31 de enero del 1807, fue determinante en la victoria de la causa en favor de la dignidad humana.
Lord Grenville consiguió que la Cámara de los Lores aprobara por un margen insospechadamente favorable un proyecto de ley abolicionista. La Cámara de los Comunes confirmó dicho proyecto de ley. Veinte años de lucha se vieron coronados por el éxito.
Liberar a los ya esclavos
Wilberforce no sólo combatió la esclavitud. Trabajó también a favor de las misiones cristianas británicas en la India y el continente africano y encabezó una campaña en contra del maltrato de los animales.
Aunque ya había sido abolido el tráfico de esclavos (su captura y comercio) no se habían liberado aquellos que ya tenían esta condición. El último discurso parlamentario de Wilberforce el 11 de junio del 1823 fue a favor de la total emancipación de los esclavos, lo que supondría la desaparición de la esclavitud en Gran Bretaña y sus colonias.
Su salud fue deteriorándose y a principios de 1825 renunció a su sillón en el parlamento. En los años que siguieron hasta su muerte continuó su labor a través de cartas a su amplísimo círculo de amistades, a las cuales animaba constantemente para lograr la total abolición de la esclavitud.
Tuvo tiempo de ver cómo el Acta de Abolición de la Esclavitud fue aprobada por la Cámara de los Comunes el 26 de julio de 1833. Tres días después entregó su alma a su Creador. Un mes después, ese Acta fue ratificada y los esclavos fueron por fin libre en el Imperio Británico.
No faltó quien quiso ver un paralelismo entre la muerte de Moisés y la de Wilberforce, producidas ambas justo antes de ver consumado aquello a lo que habían entregado lo mejor de sus vidas.
¿Quiénes son los Wilberforce de hoy en los parlamentos?
Wilberforce es un referente para el político cristiano de nuestro tiempo. Es el ejemplo de cómo merece la pena dedicar toda una vida a defender la dignidad de todos los hombres, aunque para ello haya que enfrentarse a una sociedad y una clase política poco digna de llamarse civilizada.
Hoy Wilberforce estaría defendiendo la abolición del aborto en el parlamento británico como defendió la abolición de la esclavitud. Si la esclavitud atentaba contra la dignidad humana, el aborto es su negación absoluta. También le veríamos oponerse a toda legislación contraria a la ley natural, a la familia tradicional como célula primordial de la sociedad.
3/04/2009
Willis C. Hoover gestor del avivamiento en Chile
El 20 de julio de 1858, en Freeport, Illinois, EEUU, nació el reverendo Willis Collins Hoover Kurt. Fue miembro activo de la Iglesia Metodista Episcopal. Era de una honorable familia cristiana metodista episcopal y educado en ambiente de prestigiosos intelectuales. Alrededor de sus 25 años se graduó en la ciudad de Chicago, en 1884, en Medicina y Cirugía, actividad que ejerce seis años y dentro de este lapso comienza a sentir el impulso del llamado de Dios a su Obra y dejó su carrera para ofrecerse como voluntario a la misión del predicador William Taylor.
Cuando está en pleno goce de su juventud y consciente de su capacidad profesional, ambiente social envidiable, no duda sin embargo en traer a Chile el mensaje de redención en Octubre de 1889, proclama el evangelio secundado por su distinguida esposa Mrs. Mary Anne Hilton de Hoover, cuyo aporte fue de una excepcional eficacia. Procedente de Chicago, Estados Unidos, llega a Chile el misionero Willis C. Hoover, designado por la Iglesia Metodista Episcopal para asumir el cargo de Rector del Colegio Inglés de Iquique, Mr. Hoover, era médico de profesión y junto a su esposa habian sentido el llamado del Señor para el campo misionero.
Posteriormente el Pastor Hoover es trasladado y asume la dirección de la Iglesia Metodista Episcopal de Valparaiso el 13 de Febrero del año 1902.
En 1907 la esposa de nuestro pastor Hoover recibe noticias de un avivamiento espiritual que se estaba produciendo en India, cartas le relataban detalles de estas manifestaciones del Espíritu Santo en un hogar de niñas en Kedgaon, India. Este hecho conmovió a nuestro reverendo Hoover quién estaba convencido de que el Dios que estaba realizando maravillas tan lejos de Chile las podía hacer también en este país. Comenzó a orar para que Dios derramara su poder e invitó también a su congregación a hacerlo. A mediado de 1909, se reunían todos los días a las 17 hrs. dirigidos por el pastor Hoover pidiendo el Espíritu de Dios.
Paulatinamente el Señor empezó a contestar el clamor de su pueblo, y aunque no existen antecedentes certeros del día en que Dios derramó su poder sobre su Iglesia, en uno de sus libros el pastor Hoover menciona el día 4 de julio de 1909 como un día en que ya se producían manifestaciones directas del Espíritu Santo. A principios de 1910 la Iglesia de Valparaíso estaba llena del Espíritu de Dios, aquella situación fue descrita por el reverendo Hoover de la siguiente manera: "Risas, lloros, gritos, lenguas extrañas, visiones, éxtasis, hermanos inmóviles en el suelo que después aseguraban haber sido trasladados al cielo. La congregación se sentía impulsada a comunicar lo que experimentaban y salían a las calles a pregonar a toda voz el Evangelio".
Un día el Pastor W.C. Hoover contemplaba en el espejo las líneas que surcaban su noble rostro y con un dejo de pena, expreso para sí -"¡Que viejo estoy!", entonces vino la pronta respuesta del Espíritu Santo -"¡Si... Y todos estos años llenos de mi gloria!", Aleluyas incontenibles subrayaron el gozo que su Señor le impartía.
Vino ,como se dijo anteriormente ,en compañía de su joven esposa, quien dio toda su vida también a Chile, volviendo enferma a EE.UU., junto a su esposo también enfermo, falleciendo y siendo sepultados sus restos al lado de los de su familia en EE.UU..
El Pastor después de casi 2 años de enfermedad, volvió a Chile para continuar su trabajo, privado de su compañera esposa. Su presencia sirvió para traer a Chile la suma de 15.000 dólares donados por miembros de su familia. Este dinero fue invertido en la construcción de dos templos en Valparaíso.
Los mismos miembros de su familia también donaron al pastor una suma de dinero (lo que fue retirado de su testamento con este fin), para la compra de una casa que sirviera para él y una hija viuda con cinco hijos chilenos.
Si bien sus hijos se educaron en EE.UU., se educaron prácticamente solos, incluso la hija, para ganarse su propia vida, trabajo como peón, como mozo, como chofer, en oficinas, en restaurantes, en jardín, en fin, de todas maneras menos que con un centavo de dinero chileno.
Casi medio siglo duró la infatigable su labor evangelizadora, hasta que en la madrugada del 27 de Mayo de 1936, a la edad de 78 años, el insigne siervo fue ascendido a la Gloria para estar presente al Señor, dejando un hermoso ejemplo de su Ministerio Pastoral.
Según las propias palabras de W.C. Hoover :
"la iglesia Evangélica debe vivir hoy y siempre conforme al molde inamovible y eterno de las Escrituras, sin que haya en nuestras vidas y en nuestro ministerio otro evangelio distinto del que Jesús predicó y rubricó con su sangre en el madero de la cruz".
En cierta ocasión un pastor decía de él": El Rev. doctor Hoover era una persona sin apariencias, pequeño de estatura, humilde y sencillo, de costumbres y modales sin complicación, pero de una profunda convicción y de una fe vigorosa y fuerte que ni los más despiadados huracanes diabólicos habrían podido desarraigarla de la roca de los siglos" Abnegado, fiel, bondadoso y recto; consejero oportuno, siempre preocupado de sus ovejas a las que amaba entrañablemente; digno modelo de su hogar, formado al calor de las enseñanzas de la Santa Biblia, con lágrimas en sus Oraciones pedía a Dios misericordia por alguna alma descarriada o para soportar con espartano coraje las ingratitudes y desprecios de aquellos que con maldad le denostaban y perseguían. Vivió con su vista fija en Jesús, no hubo para él otro maestro ni otro ejemplo más digno de imitar.
La enseñanza divina de la palabra estaba hecha vida en él; fue un ejemplo vivo y elocuente del poder de la gracia divina. En las últimas oraciones de su vida, la petición predominante fue:
"Señor, danos otro avivamiento como aquel que nos diste, si fuera posible, sin los errores y las extravagancias que lo acompañaban; pero en todo caso danos otro avivamiento"
"Señor desde aquí, te damos gracias por la vida de tu hijo W.C. Hoover, porque a través de su vida hemos sido por ti bendecidos." Amén
SMITH WIGGLESWORTH “Apóstol de la Fe”.
1859 – 1947
UNA VIDA ESFORZADA
Smith Wigglesworth nació en Yorkshire, Inglaterra, en el seno de una familia muy pobre y empezó a trabajar desde los seis años de edad durante 12 horas al día, por tal razón nunca fue a la escuela. A los ocho años se convirtió en una Iglesia Metodista Wesleyana y empezó a predicar el Evangelio de Jesucristo, la primera persona a la que llevó a los pies de Cristo fue a su propia mamá. A los diez años se fue a la Iglesia Anglicana y allí fue confirmado. A los dieciséis años se fue al Ejército de Salvación, y a los veinte años se fue a trabajar en Liverpool en donde comenzó a dar de comer a los niños pobres de los muelles, con su propio sueldo.
Luego se fue a Bradford en donde se estableció permanentemente y desarrolló un negocio de plomería. Allí conoció a la joven que habría de ser su esposa y se casó con ella.
Polly, su esposa, fue una gran bendición para su vida: fue ella quien le enseñó a leer y escribir; también fue ella quien con su dulzura ayudó a moldear el temperamento fuerte de su marido. Ella predicaba el Evangelio en campañas de salvación y él era ujier: saludaba a las personas en la puerta, repartía himnarios y hablaba con los recién convertidas en el altar. Los días martes, los esposos Wigglesworth acostumbraban ir a la ciudad de Leeds, en donde se desarrollaba una reunión semanal de oración por los enfermos. Allí fue sanada su esposa.
Un día, los líderes de su Iglesia decidieron viajar a una Convención Cristiana y le pidieron a Wigglesworth que dirigiera los servicios de la Iglesia en Bradford, mientras ellos regresaban, encargo que él aceptó con renuencia. En esa primera reunión en la que Wigglesworth predicó, a pesar de su inexperiencia y de su falta de títulos académicos, 15 personas fueron sanadas por Dios. Muy sorprendido, Wigglesworth concluyó que Dios lo había hecho por misericordia con los enfermos y principalmente con él.
Posteriormente el mismo Smith Wigglesworth sufrió una grave apendicitis que lo tuvo a las puertas de la muerte, porque él se negó a ser operado, pero una pareja de jovenes vino a visitarlo y el joven oró por él diciendo: “Fuera demonio en el nombre de Jesús” e inmediatamente Wigglesworth se sintió bien y recuperó sus fuerzas. Para sorpresa de todos se sintió tan bien, que en ese mismo momento se fue a hacer un trabajo de plomería que le solicitó una señora.
Teniendo como base estos testimonios en otros y en sí mismo, comenzó su ministerio de sanidad antes de recibir el Bautismo del Espíritu Santo, y llegó a ser conocido como predicador en el pueblo de Bradford y en los alrededores cercanos, en donde ministró hasta los 48 años de edad. En sus servicios llevaba a muchos a los pies de Cristo, y oraba por los enfermos.
Algunas personas criticaban su falta de educaciòn formal, pero él no se dejaba llevar a discusiones teológicas, sino que decía: “No soy erudito, soy hombre de un solo libro: La Biblia”.
LA TRANSFORMACIÓN DE SU MINISTERIO
En 1907, a la edad de 48 años, recibió el Bautismo del Espíritu Santo, y se convirtió en un Evangelista único, su temperamento y su forma de vivir cambiaron radicalmente. Smith Wigglesworth fue llamado por Dios al ministerio evangelístico para ir a las naciones de la tierra, y a partir de entonces trabajó siempre con total independencia respecto de las denominaciones, pero con mucha cercanía y amor con los Pastores e Iglesias que le abrieron las puertas.
Dios lo llevó a ministrar en grandes reuniones de sanidad y milagros, en las que impartía fe a las multitudes, predicaba el mensaje de salvación, oraba por los enfermos y desafiaba a los creyentes a recibir el Bautismo del Espíritu Santo. En la puerta de su sede de Bowland Street había un aviso que decía: “Yo soy tu Dios que te sana”. Esto causaba un gran impacto en las personas que lo leían.
Tuvo que padecer durante varios años de su ministerio, dolorosos cálculos renales que le producían constantes hemorragias; sin embargo se rehusó a ser operado y esperó, con fe inquebrantable en la sanidad divina, hasta que finalmente en un servicio de milagros él mismo fue sanado y expulsó veinte cálculos. Llegó a ser conocido como el “Apóstol de la Fe”. Su ministerio se caracterizaba por grandes milagros y señales extraordinarias (incluso hay registradas cerca de veinte resurrecciones en su ministerio).
Muchas personas se sorprendían por sus métodos, que algunas veces parecían rudos pero que traían bendición a las personas. El decía: “No se puede tratar suavemente al diablo” y también decía: “Dios es tan grande. Siempre tiene algo nuevo”. En los libros que se han escrito acerca de él, encontramos las mejores formas de orar y las más diversas formas de ministrar y fuera de lo común, seguidas de sorprendentes sanidades y milagros extraordinarios.
EL ELIAS DEL SIGLO XX
Smith Wigglesworth tenía una presencia imponente que irradiaba autoridad. Era cortés y amable pero austero. Estaba lleno de la compasión, el amor y la fe de Dios, y desafiaba a sus oyentes a tener hambre y sed de la Presencia de Dios. Decía que: “nada en el mundo puede fascinarnos tanto como estar cerca de Dios”.
Solamente con llegar a un lugar causaba impacto a su alrededor, porque se sentía la Presencia del Espíritu Santo en él. No aceptaba lisonjas porque para él era claro que la gloria solo es para el Señor Jesús, y era implacable con los vanidosos que se atrevían a decir que eran siervos de Dios.
Smith Wigglesworth encarnaba la fe y el amor; tenía un perfecto equilibrio entre la profunda espiritualidad de un siervo ungido y la absoluta practicidad de un hombre sabio. Un ejemplo de su amor pastoral se deja ver en su costumbre de usar saco y zapatos delgados cuando predicaba al aire libre, así se daba cuenta cuando las personas más pobres empezaran a sentir frío y sabía que era hora de acabar la reunión.
Era particularmente generoso: con los hermanos, con las Iglesias, y especialmente con los pobres. Ofrecía unas cenas especiales para personas muy pobres basándose en las palabras de Jesús en Lucas 14:13-14: “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. El daba un breve mensaje evangelístico en estas cenas y muchas personas se convertían.
Se movía siempre de acuerdo con lo que el Espíritu Santo le decía, casi siempre empezaba orando en lenguas e interpretando el mensaje, se deleitaba en la adoración y especialmente le gustaba el himno SOLO CREER, su oración era poderosa y conmovía el trono de Dios. Una vez en una campaña evangelística en Noruega le pidió a Dios algo diferente y el Señor le dijo: “Esta noche todas las almas serán salvas”, y fue tal la unción que se derramó sobre el auditorio que el hermano Wigglesworth lo describió como la experiencia más increíble que había tenido hasta ese entonces.
Su amada esposa Polly falleció en 1913, pero antes tuvo que convencerlo que Dios la estaba llamando, porque él no cesaba de orar para que no muriera. Solo hasta que Dios le habló, Wigglesworth la dejó partir, pero la extrañó por siempre. Desde que ella murió, su hija Alice lo acompañaba en los viajes porque su único hijo varón falleció tempranamente en 1915.
UN PRECIOSO LEGADO
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y el gobierno inglés le pidió a todos los extranjeros que abandonaran Gran Bretaña por su propia protección, por esta causa el Dr. Lester Sumrall se fue a despedir de Smith Wigglesworth. En esa ocasión, sabiendo que la despedida podía ser para siempre, Wigglesworth oró con gran pesar, y en ese momento tuvo una visión gloriosa que el Dr. Sumrall relata de la siguiente manera en su libro “Pioneros de la Fe”:
“Veo el más grande avivamiento en la historia de la humanidad que viene al mundo como nunca antes se vio. Y veo a los muertos levantarse. Veo toda clase de enfermedades que son sanadas. Veo hospitales enteros vacíos….. Me dijo que iban a haber incontables y numerosísimas multitudes siendo salvas. Ninguna persona va a poder decir son tantos los que se convirtieron porque nadie va a poder contarlos dada la gran cantidad que representarán. Ninguna enfermedad va a poder hacer frente al pueblo de Dios. Este será un avivamiento mundial, no local, me dijo, una explosión del poder de Dios y de la unción de Dios sobre toda la humanidad. Entonces abrió sus ojos, y mirándome, dijo: Yo no lo veré, pero tú si lo verás. El Señor dice que yo debo ir a recibir mi recompensa, pero que tú verás la poderosa obra que Él hará sobre la tierra en los últimos días.”
Smith Wigglesworth murió el 12 de Marzo de 1947, a la edad de 87 años, sin sufrir enfermedad alguna a pesar de su avanzada edad y su fuerte trabajo. El fruto de su vida y su ministerio aún nos desafía; pero su mayor legado fue el ejemplo de su fe en el Dios de los imposibles, su amor por las almas y insaciable búsqueda y comunión con el Espíritu Santo.
En nosotros aún resuenan sus palabras de exhortación para que nos entreguemos a una genuina adoración a Dios:
“Algunas personas se quedan satisfechas con algo bueno; otras quieren algo mejor. Para mí lo único suficiente es lo mejor de todo, mejorado.”
“Quiero llevarlos a un lugar de insatisfacción; un lugar donde ya nunca volverán a estar satisfechos,
solo satisfechos con una satisfacción que no puede ser satisfecha.”
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