7/18/2010

UNA CARTA DE JANNIJN BUEFKIJN


UNA CARTA DE JANNIJN BUEFKIJN, (NATURAL DE VERURCKE, A QUIEN LE DECÍAN HANS KEESKOOPER) LA CUAL ÉL ESCRIBIÓ MIENTRAS ESTUVO EN LA PRISIÓN EN GANTE, EN EL AÑO 1550 d. de J.C.
A mis queridos amigos les deseo una sana manera de vivir, una fe viva y espiritual, esperanza y una verdadera confianza evangélica en Dios el Padre y en el Señor Jesucristo, nuestro único ayudador y Salvador. Pues les mando buenas nuevas y un saludo cariñoso, para que por esa fe y confianza en Dios puedan crecer en una vida nueva y pura, la cual se percibe y se encuentra en toda su riqueza en el santo evangelio. Bienaventurados son los que se purifican y santifican conforme a lo que dice el evangelio.Y sin esa purificación y santificación nadie verá ni a Dios ni al Señor. Sigan, pues, el consejo del Señor Jesús, que dice: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5.39).Y esto es lo que hice yo, y eso es lo que les dijimos a los señores del Concilio Imperial. Y ellos no pueden, con verdad, acusarnos de nada. Nos preguntaron, uno por uno, y a mí primero, si habíamos sido bautizados.

—Sí, señores —les dije yo.

Pregunta: “¿Desde hace cuánto tiempo?”

Respuesta: “Cuatro años, señores.”

Pregunta: “¿Y qué cree con relación al bautismo que recibió en su infancia?”

Respuesta: “Absolutamente nada.”

Pregunta: “Acerca del sacramento de los sacerdotes, ¿no cree usted que la carne y la sangre están presentes, y que son Dios?”

Respuesta: “No, señores. ¿Cómo puede eso ser carne y sangre y Dios?”, les pregunté a esos sacerdotes de Jezabel. “Cubran toda esta mesa con ostias, y yo las soplo todas al suelo como si fueran polvo. Por eso digo que no es Dios, pues Dios no puede tocarse ni comerse literalmente.”

Ellos entonces me preguntaron si yo me mantenía firme en eso. Yo les contesté:

—Sí, señores. No creeré otra cosa hasta que me muestren algo diferente con la Biblia.

Con eso me sacaron del concilio, y llevaron a otro. Los llevaron uno por uno hasta que diez hicieron esta confesión. Uno de ellos no se había bautizado todavía, pero él confesó que es bueno el bautismo. También les dijo que él se lo había pedido al maestro una vez.

—¿Y por qué no te bautizó? —le preguntaron entonces los señores.

Él, apenas un muchacho, un niño querido, contestó:

—Señores, cuando el maestro me presentó la fe, y me había interrogado, bien pudo ver que yo todavía estaba bastante joven, y me dijo que escudriñara aun más las escrituras; aun así, yo deseaba que me bautizara. Él me preguntó entonces si yo sabía que el mundo mata y quema a tales personas. Yo le contesté: ‘Sí, lo sé muy bien’. Me dijo entonces: ‘Por eso te ruego que tengas paciencia por ahora, hasta que yo venga de nuevo. Escudriña las escrituras, y pídele sabiduría al Señor; pues tú todavía eres bastante joven.’Y de esa manera nos despedimos.

—¿Te pesa no haberte bautizado? —le preguntaron los señores.

—Claro que sí —dijo él.

Entonces le preguntaron:

—Si a ti no te hubieran encarcelado, ¿ya te habrías bautizado?

—Claro que sí —contestó él.

Con eso lo sacaron del concilio.

Vean, estimados amigos, que éstos son señales y milagros bellos; abran los ojos, y presten atención cuando los jóvenes se entregan así por la verdad, entregando el cuerpo para ser encarcelado y hasta matado. Nosotros les hemos dicho a los señores que deben traer a todos los sabios, y les enseñaremos con la Biblia que todos son falsos profetas que han engañado al mundo durante casi mil trescientos años con sus mentiras.Y disputaremos con ellos en público sobre el cadalso, en medio del mercado, y no en secreto. Pero los sacerdotes no lo harán, y hacen todo lo posible por evitarlo. Pero ellos llamaron a los sabios para que disputáramos en la asamblea, estando presentes todos los señores del concilio, y también cuatro de los sacerdotes más sabios de Gante. Yo estuve presente y lo oí todo.

Por eso, escudriñen las escrituras como el Señor ordena que se haga, y hagan conforme a lo que se les manda. Si no, se condenarán y serán echados en el fuego eterno donde será el lloro y el crujir de dientes. Los sacerdotes les prohíben leer estas escrituras, bajo sentencia de ser odiados todos los días de su vida, y ser quemados en la hoguera, lo cual es sólo por un momento, como bien saben. Por eso preferimos hacer lo que el Señor ordena, y descansar en él, aunque por ahora somos despreciados y expulsados por los hombres de este mundo miserable. Eso es mejor que hacer lo que los hombres mandan y llegar a ser enemigos eternos de Dios en el horrible abismo del infierno. Por tanto, escudriñen las escrituras con un corazón recto ante Dios, y el Señor les dará entendimiento. Que el Señor esté con ustedes. Les mando mi amor.

De mí, Jannijn Buefkijn, encarcelado en Gante por el testimonio de Jesús. Les deseo la salvación a todos los que buscan al Señor con un corazón sincero. Escrito en la oscuridad con materiales inferiores.

El sacrificio del Señor


Acerca de la ilustración en la portada:
Joriaen Simons (junto con otro fiel hermano), anabaptista y vendedor de libros, fue matado por los papistas en la ciudad de Haarlem, Países Bajos. Lo mataron en la hoguera el 26 de abril del año 1557. Las autoridades decidieron quemar sus libros en el lugar donde lo mataron. Pero hubo un alboroto, y ciertas personas de entre la muchedumbre agarraron los libros y los tiraron a los espectadores. De esta manera la verdad fue difundida aun más.

Después de la época de los apóstoles, misioneros cristianos difundieron el evangelio de Cristo por toda Europa. Con el paso de los años, más y más europeos se convirtieron al cristianismo que se enseñaba en aquellas partes. Pero en muchos lugares de Europa, la verdad enseñada por Jesús había sido bastante cambiada.

Un cambio muy perjudicial se dio cuando Constantino, uno de los principales emperadores del Imperio Romano, hizo que el cristianismo fuera la nueva religión oficial del Imperio. Él hizo que personas que no habían recibido ningún cambio en su corazón se unieran a la nueva religión oficial.

Con el paso de los años, las Iglesias oficiales controlaron toda Europa. Dichas Iglesias cambiaron muchas de las enseñanzas de la palabra de Dios. La mayoría de los europeos, a pesar de llamarse cristianos, estaban sumidos en las tinieblas espirituales y no conocían la salvación en Cristo.

A principios del siglo XVI, en Alemania, se realizó otro gran cambio llamado la Reforma protestante. En dicho país, Martín Lutero (monje católico romano), mientras estudiaba la Biblia, descubrió que muchísimas de las enseñanzas de su Iglesia eran erradas. Puesto que quería ser más bíblico, quiso corregir algunas de las doctrinas falsas de la Iglesia. Pero nunca tuvo el valor de rectificar todo lo que se debía corregir. Entre otras doctrinas falsas, dejó intacta la del bautismo de infantes.

En aquel entonces, también había otras personas que estudiaban con diligencia la Biblia, buscando conocer a Cristo y su enseñanza. Ellos tomaron la firme decisión de seguir a Cristo y rechazar todas las enseñanzas falsas de la Iglesia Católica. En 1525, estos anabaptistas (así la gente les decía) fundaron su primera congregación en Suiza.

Con el paso del tiempo, surgieron congregaciones de los anabaptistas indefensos en todas las regiones de Alemania y los Países Bajos. Las Iglesias oficiales, tanto las protestantes como la católica, persiguieron a los anabaptistas y los mataron a sangre fría. Muchos de los anabaptistas murieron martirizados por su fe. Con frecuencia, escribieron cartas y otros escritos acerca de su fe en el Señor.

Muchos de los escritos de estos mártires fueron destruidos. Sin embargo, en 1562 apareció un nuevo libro, en holandés, una compilación de los escritos de los anabaptistas que fueron asesinados por las Iglesias oficiales. Este libro no ofrecía información alguna acerca del compilador ni de la publicadora. El título de este nuevo libro era Het Offer des Heeren (“El sacrificio del Señor”).


Este martirologio era un libro viviente, ya que tenía la poderosa capacidad de reproducirse por sí solo. Pudo, por así decirlo, engendrar hijos y aumentar su tamaño. Porque cuando los buscadores de la verdad leyeron este libro, siempre oyeron el llamado a convertirse en discípulos de Cristo. Al entregarse a Cristo y continuar su lectura del nuevo libro, recibían la fuerza para permanecer firmes ante la persecución, incluso hasta la muerte. Como resultado, llegó a haber más mártires… y más testimonios de mártires para agregarse a las ediciones posteriores del libro.

Ya para el año 1599, el Het Offer des Heeren había sido publicado por lo menos once veces. Desde esta fecha hasta el año 1660, este martirologio anabaptista apareció cuatro veces y con títulos y editores distintos. A pesar de que cada vez crecía en contenido, siempre incluía la mayoría del material inicial. Finalmente, en 1660, Thieleman J. van Braght, de Dortrecht, Países Bajos, presentó una gigantesca versión del libro hoy llamado, en inglés, Martyrs Mirror (“Espejo de los mártires”).

Hoy, casi 450 años después de la primera tirada de Het Offer des Heeren, usted tiene en sus manos nada más ni nada menos que la primera traducción al español de la primera edición de este importante martirologio anabaptista: El sacrificio del Señor.

En estas páginas se nos convence una vez más que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Por medio de la fe, los fieles seguidores de Cristo cuyas palabras están registradas en este libro han logrado un buen testimonio. Si escuchamos atentamente al leer sus palabras, nos daremos cuenta de que ellos, a pasar de estar muertos, hablan todavía.

—James W. Lowry enero de 2010