7/18/2010
El sacrificio del Señor
Acerca de la ilustración en la portada:
Joriaen Simons (junto con otro fiel hermano), anabaptista y vendedor de libros, fue matado por los papistas en la ciudad de Haarlem, Países Bajos. Lo mataron en la hoguera el 26 de abril del año 1557. Las autoridades decidieron quemar sus libros en el lugar donde lo mataron. Pero hubo un alboroto, y ciertas personas de entre la muchedumbre agarraron los libros y los tiraron a los espectadores. De esta manera la verdad fue difundida aun más.
Después de la época de los apóstoles, misioneros cristianos difundieron el evangelio de Cristo por toda Europa. Con el paso de los años, más y más europeos se convirtieron al cristianismo que se enseñaba en aquellas partes. Pero en muchos lugares de Europa, la verdad enseñada por Jesús había sido bastante cambiada.
Un cambio muy perjudicial se dio cuando Constantino, uno de los principales emperadores del Imperio Romano, hizo que el cristianismo fuera la nueva religión oficial del Imperio. Él hizo que personas que no habían recibido ningún cambio en su corazón se unieran a la nueva religión oficial.
Con el paso de los años, las Iglesias oficiales controlaron toda Europa. Dichas Iglesias cambiaron muchas de las enseñanzas de la palabra de Dios. La mayoría de los europeos, a pesar de llamarse cristianos, estaban sumidos en las tinieblas espirituales y no conocían la salvación en Cristo.
A principios del siglo XVI, en Alemania, se realizó otro gran cambio llamado la Reforma protestante. En dicho país, Martín Lutero (monje católico romano), mientras estudiaba la Biblia, descubrió que muchísimas de las enseñanzas de su Iglesia eran erradas. Puesto que quería ser más bíblico, quiso corregir algunas de las doctrinas falsas de la Iglesia. Pero nunca tuvo el valor de rectificar todo lo que se debía corregir. Entre otras doctrinas falsas, dejó intacta la del bautismo de infantes.
En aquel entonces, también había otras personas que estudiaban con diligencia la Biblia, buscando conocer a Cristo y su enseñanza. Ellos tomaron la firme decisión de seguir a Cristo y rechazar todas las enseñanzas falsas de la Iglesia Católica. En 1525, estos anabaptistas (así la gente les decía) fundaron su primera congregación en Suiza.
Con el paso del tiempo, surgieron congregaciones de los anabaptistas indefensos en todas las regiones de Alemania y los Países Bajos. Las Iglesias oficiales, tanto las protestantes como la católica, persiguieron a los anabaptistas y los mataron a sangre fría. Muchos de los anabaptistas murieron martirizados por su fe. Con frecuencia, escribieron cartas y otros escritos acerca de su fe en el Señor.
Muchos de los escritos de estos mártires fueron destruidos. Sin embargo, en 1562 apareció un nuevo libro, en holandés, una compilación de los escritos de los anabaptistas que fueron asesinados por las Iglesias oficiales. Este libro no ofrecía información alguna acerca del compilador ni de la publicadora. El título de este nuevo libro era Het Offer des Heeren (“El sacrificio del Señor”).
Este martirologio era un libro viviente, ya que tenía la poderosa capacidad de reproducirse por sí solo. Pudo, por así decirlo, engendrar hijos y aumentar su tamaño. Porque cuando los buscadores de la verdad leyeron este libro, siempre oyeron el llamado a convertirse en discípulos de Cristo. Al entregarse a Cristo y continuar su lectura del nuevo libro, recibían la fuerza para permanecer firmes ante la persecución, incluso hasta la muerte. Como resultado, llegó a haber más mártires… y más testimonios de mártires para agregarse a las ediciones posteriores del libro.
Ya para el año 1599, el Het Offer des Heeren había sido publicado por lo menos once veces. Desde esta fecha hasta el año 1660, este martirologio anabaptista apareció cuatro veces y con títulos y editores distintos. A pesar de que cada vez crecía en contenido, siempre incluía la mayoría del material inicial. Finalmente, en 1660, Thieleman J. van Braght, de Dortrecht, Países Bajos, presentó una gigantesca versión del libro hoy llamado, en inglés, Martyrs Mirror (“Espejo de los mártires”).
Hoy, casi 450 años después de la primera tirada de Het Offer des Heeren, usted tiene en sus manos nada más ni nada menos que la primera traducción al español de la primera edición de este importante martirologio anabaptista: El sacrificio del Señor.
En estas páginas se nos convence una vez más que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Por medio de la fe, los fieles seguidores de Cristo cuyas palabras están registradas en este libro han logrado un buen testimonio. Si escuchamos atentamente al leer sus palabras, nos daremos cuenta de que ellos, a pasar de estar muertos, hablan todavía.
—James W. Lowry enero de 2010
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