Por Charles Spurgeon
“Oh Jehová, aviva tu obra, en medio de los tiempos” Habacuc 3:2
Primero, amados, confiando en que el Espíritu de Dios me ayudará, me dedicaré a aplicar el texto a nuestra alma de forma personal, y luego al estado de la iglesia en forma extensa, porque de cierto necesita que el Señor avive Su obra en media de ella.
Primero entonces a NOSOTROS MISMOS.
Debemos empezar en el hogar. Muy frecuentemente queremos castigar a la iglesia, cuando la disciplina debería ser puesta sobre nuestros propios hombros. Vestimos a la iglesia como a un reo, la llevamos a juicio y queremos ejecutar sentencia sobre ella; le amarramos las manos, y despellejamos su temblorosa carne – encontrando faltas en ella cuando no la hay, y magnificando sus pequeños errores; cuando nosotros con demasiada frecuencia olvidamos los nuestros. Entonces, empecemos con nosotros mismos, recordando que somos parte de la iglesia, y que nuestra propia necesidad de avivamiento personal es la causa en gran medida del avivamiento en la iglesia en mayor escala.
Ahora, yo responsabilizo directamente a la gran mayoría de los cristianos profesos – y me responsabilizo a mí mismo también – con la necesidad de un avivamiento de piedad en estos días. Creo que la gran masa de cristianos en esta edad necesita un avivamiento, y mis razonamientos son estas:
En primer lugar, miremos la conducta y conversación de muchos de los que profesan ser hijos de Dios. Es muy dañino para un hombre que ocupa el sagrado lugar de un púlpito adular a sus oyentes, y por lo tanto no haré tal cosa.
Se ha vuelto muy común en estos días unirse a una iglesia; ir donde se encuentren Cristianos profesos y sentarse a la mesa del Señor, ya sea aquí o allá; pero ¿hay menos engaños de los que había antes? ¿Se cometen menos fraudes? ¿Se nota un mayor grado de moralidad? ¿Será que los vicios ya casi se han eliminado? No, no es esto lo que vemos. Esta época es tan inmoral como cualquier otra anterior a ella; todavía hay mucho pecado, aunque talvez esté tapado o escondido. La parte externa del sepulcro puede ser que esté más blanca; pero por dentro; los huesos están tan carcomidos como antes.