7/23/2013

NIÑOS DESECHADOS


Fotografía de la portada
El doctor Russel Sacco tiene un laboratorio en Portland, Oregon, EE.UU. En sus estudios fue impresionado de cuánto ha desarrollado un bebecito de diez semanas. Él sacó esta fotografía de los piecitos de un niño muerto por aborto a las diez semanas.
Esta fotografía ha sido usada por todo el mundo, dejando un fuerte impacto.
Usado con permiso de: “Did You Know”,
Hays Publishing Company, Cincinnati, OH.

Elena estudiaba en el colegio. Tenía mucho talento y pensaba estudiar para abogada.
Contaba con todos los recursos para hacerlo. Elena tenía muchos amigos, incluso un novio que
aparentemente la quería mucho. Estaban muy enamorados y pensaban casarse algún día. Pero como
sucede muchas veces en los amores mundanos, Elena quedó embarazada. Todavía le faltaba un año de colegio y después, la universidad. ¿Qué podría hacer ahora? No quería casarse todavía. Cuando
sus padres se dieron cuenta, se turbaron mucho. Su familia era reconocida como gente de alta moral. Y,
¿ahora qué? ¿Qué diría la gente? ¿Qué pensaría de su familia? ¿Qué debiera hacer Elena?

La respuesta del mundo

Hoy día muchas personas dirían que la solución fácil y rápida fuera hacerse un aborto. Le dirían a Elena que el aborto es aceptable si el niño que va a nacer interrumpe su carrera, o si la situación económica es difícil, o si la madre es soltera. Pero, ¿tienen razón?

Las estadísticas

En 1989, una encuesta reveló que cada año en el mundo 55 millones de niños son matados por el aborto. Es decir, 150.685 niños asesinados cada día o 6. 78 cada hora o 105 cada minuto. Sólo en los Estados Unidos se matan a más de 430 00 niños por día.
En las seis guerras en que ha participado los Estados Unidos, murieron un poco más de 1 millón de estadounidenses. Compare esto con los 1.600.000 abortos cada año en los Estados Unidos o con los
55 millones de fetos asesinados cada año en todo el mundo. 

 El concepto de los médicos

Los médicos que practican los abortos se refieren a estos pequeños seres humanos como “materia fetal”, “un producto de concepción”, “una masa primordial”, o “un puño de células”. En lugar de hablar del aborto, hablan de “interrupción del embarazo por planificación postconcepcional”, o “extraer un poco de células”; ejerciendo así el “derecho de la mujer de escoger”.
 ¡A tal extremo ha llegado este mundo!

La realidad

En California, una empresa había alquilado un recipiente grande de basura. Pero como no pagaban
el alquiler, los dueños mandaron a unos trabajadores a volver a tomar posesión de él y a limpiarlo. Encontraron algo increíble y espantoso. En el recipiente había 17.000 fetos flotando en pequeños frascos de
formalina. Ver los fetos, muchos perfectamente formados y desarrollados de siete meses y medio, causó
un fortísimo impacto. Algunos de los trabajadores se retiraron a vomitar.
 Después no pudieron enterrar a los fetos porque había un desacuerdo si eran víctimas y cadáveres, o sólo “materia fetal”.
Lo cierto de esta “materia fetal” es que a las ocho semanas de concepción, el feto ya es un bebé que pesa alrededor de un gramo. Sentado, mide aproximadamente tres centímetros. Todos los órganos están formados, y el corazón ya late con fuerza. El estómago produce los líquidos digestivos, y las papilas gustativas se empiezan a formar. Él puede sentir dolor y responder al tacto. 
 ¿Es esto sólo un poco de células? ¡No! Es un bebecito.
 Los que están a favor del aborto dicen que es una manera fácil de solucionar un embarazo no deseado. Pero en realidad, no es tan fácil, y hay muchos otros resultados que no se mencionan. Hay un cinco por ciento más de posibilidad de quedar estéril después de un aborto, un 4 00 por ciento de posibilidad de un embarazo ectópico y un aumento de un diez a quince por ciento de posibilidad de un
auto aborto.

Las consecuencias emocionales y psicológicas

Una señora dijo: “Mi médico me explicó: ‘Le inyectamos un poco de líquido, sale un poco de
líquido, siente un fuerte dolor y luego el feto es expulsado’. Pero no es cierto. Yo sentí a mi bebecito pataleando y revolcándose durante una hora y media hasta que por fin murió, lentamente.”
 Una muchacha cuenta su experiencia con un aborto. Describe un tiempo muy frustrante en la
clínica. El personal de la clínica no se preocupaba por ella. Ella dijo que cuando succionaron los restos de
su bebé de su vientre, el dolor era insoportable. Dijo que es cierto que en sí el aborto es rápido, pero que su futuro no era tan fácil. Vivía con culpa, recordándose constantemente de lo que ella había hecho con su
hijo, un ser humano. Contemplaba el suicidio cuando pensaba en el niño que hubiera podido vivir y que ella
hubiera amado. Se sentía condenada y pensaba que no merecía vivir. ¿Por qué fue tan horrible su primer
embarazo? ¿Por qué no le había advertido alguien de las terribles consecuencias que seguirían?


Lo más importante

Hay algo mucho más importante que los problemas físicos y emocionales. No se trata solamente de un poco de células no deseadas, mi amigo. No se trata de un poco de basura que botamos cuando nos parece. Tampoco se trata de cómo quitarme esa inconveniencia “para que no interfiera con mis aspiraciones”. No, mi amigo. ¡Mil veces no! Se trata de un ser humano igual a usted y yo; un precioso ser que Dios ha creado. Estamos hablando de seres humanos a quienes no tenemos el derecho de quitarles la vida. No tenemos el derecho de cometer homicidio. Dios es el que da la vida y él es el que la quita a su tiempo.
  Dios es el autor de la vida. Él es el que hace posible el milagro de la concepción. Él es el que
da vida a la nueva criatura. Desde ese momento, y aun antes, él se interesa por cada detalle de ese
ser humano que se está formando para venir al mundo. David, el salmista, comprendió esta verdad
y dijo: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Salmo 1 9.1 –16).
 ¿Quiénes somos nosotros para entremeternos en este plan de Dios? ¿Con cuál autoridad podemos optar por un aborto sólo porque este embarazo no nos conviene? Sólo Dios tiene el derecho de abrir y
cerrar el vientre. Es él y no los hombres quien decide si va a haber concepción.
 “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir” (Deuteronomio 32 . 39).
 Pero el hombre ha tomado como suyo este derecho. Madres con sus excusas egoístas, padres con
su independencia, hijas sin orientación bíblica, y médicos con sus ideologías inescrupulosas y con sus instrumentos afilados, toman la parte de Dios. El hombre mata al inocente. Pero la Biblia dice:
 “No matarás al inocente y justo...” (Éxodo 23 .7).
“No matarás” (Éxodo 20.13 ).
“…y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él” (1 Juan 3 .15).
“Pero los...homicidas...tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 2 1.8).

La realidad

Hemos visto que practicarse un aborto es pecado. Es un pecado serio. Pero casi siempre viene a consecuencia de otro pecado anterior: el sexo ilegítimo. El “amor libre” y la inmoralidad son pecado y traen mucho dolor y problemas. Muchos embarazos no deseados, tanto de jóvenes como de adultos, son resultado del sexo desenfrenado. Dios estableció sus leyes de cómo debe vivir el hombre. Él instituyó el matrimonio.
 Dios nunca aprueba la actividad sexual fuera del matrimonio. Por violar las leyes de Dios, muchos
están sufriendo consecuencias serias. Por eso muchos buscan el aborto para no sobrellevar la responsabilidad de criar a su hijo o por la vergüenza de sus pecados.
 Pero, ¿es éste el remedio? No, mi amigo. ¡Jamás! Eso sería amontonar un mal sobre otro; la fornicación más el homicidio. Dios ha establecido la ley de un solo compañero para toda la vida. Cuando desobedecemos esta regla, tratando de torcerla, nos trae resultados trágicos. El remedio preventivo, pues, es someter nuestra sexualidad a las leyes de Dios. Así habrá mucho menos embarazos no deseados.

 El remedio curativo

Estimado lector, Dios le llama a levantarse y poner en alto sus leyes en una sociedad que ya no quiere
nada con él. Dios le llama a apartarse de la maldad de este mundo y de identificarse con él y su verdad.
 Dios se preocupa por usted, amiga, si se encuentra con un embarazo “no deseado”. Él ama al pequeño
ser que se está formando en su vientre. Él quiere dar vida y luz, y no muerte en su situación difícil.
 También hay otros que se compadecen de usted. Busque una iglesia bíblica. Allí encontrará un
ambiente de amor y comprensión. Los hermanos le aconsejarán y le ayudarán a saber cuáles medidas
tomar en el futuro. Nosotros también queremos ayudarle a encontrar la solución correcta. Por eso
hemos impreso este librito Tal vez usted sea una que ya se ha hecho un aborto. Se siente culpable y desea terminar con su vida. Se siente turbada y no se puede olvidar de
aquella vida que nunca vio la luz del sol por decisión suya. Ya sabe que Dios condena tal decisión. Ya
sabe lo que le espera. Óigame, amiga. Si usted está dispuesta a arrepentirse, Dios le quiere perdonar. Él
quiere darle una vida nueva. Él desea salvarle del infierno que le espera. Él tiene preparado un bello
lugar, el cielo, para los que le reciben y le obedecen. Arrepiéntase hoy y reconcíliese con Dios, y usted
experimentará el perdón que hay en él.

 Elena tiene que soportar ahora las consecuencias de su pecado y la tremenda soledad. Pero
no tiene que seguir pecando. Puede arrepentirse y recibir a Jesús como su Salvador y Señor. Puede
hallar en la iglesia de Jesús una familia que la ayude y la comprenda. Ella no tiene que tomar la decisión popular; hacerse un aborto. Ella no tiene que desechar a su bebecito. Eso sería un pecado sobre
otro. Dios la puede sacar de su estado pecaminoso y darle un corazón nuevo. Ella puede buscar una
iglesia cristiana donde los hermanos la ayuden a hacer decisiones que agradan a Dios. Esta opción
sí valdría la pena, ahora y por la eternidad.
—Duane Nisly
                                                        ¡Elige vida para tu bebé!

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