10/21/2011

Predicado en la dedicación de la librería Voz que Clama, en Thno. 15/10/2011



Dios hizo un pacto con Adán, Dios hizo un pacto con Noé, Dios hizo un pacto con Moisés, Dios hizo un pacto con David, Dios hizo un nuevo pacto, la edad de gracia.

Hay otro pacto que está por delante, que Dios quiere hacer con su pueblo, el pacto de paz. Ningún pacto anterior está eliminado, Dios va edificando sobre el anterior, Dios todavía quiere hacernos un pueblo de sacerdotes y reyes (Sinaí); Dios quiere que nuestros hijos se sienten sobre su trono (David).

Hay un nuevo pacto que está delante de nosotros, el pacto de paz. Pero el pacto de paz tampoco será el último, será solo el principio. Dios es infinito.

La pregunta es, ¿Cuántos anhelamos que Dios haga con nosotros un pacto?

Veamos si es cierto: Jr. 31:33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Los cristianos de hoy son los hombres de fe más grandes de la historia. Dios es hacedor de milagros, y lo creemos tanto hoy en día que pensamos que aunque no leamos la biblia, no oremos, no ayunemos, no tengamos tiempo para ir a la iglesia, aun cuando no estemos bajo el espíritu de arrepentimiento y no dejemos de ser entretenidos por el mundo, aun así creemos que en su reino el hará el milagro que le amemos, y que amemos sus leyes y vivamos felices en su reino.

Jesús hizo el milagro de cambiar el agua en vino. Los cristianos modernos de una fe superior a los antiguos, piensan, si el puede cambiar el agua en vino, el puede también llenar los cantaros de agua sin nuestra ayuda. Así que muchos cristianos modernos viven de brazos cruzados con una fe tan grande que ellos no necesitan hacer nada.

Pero más que el milagro, la base del nuevo pacto es un amor de su palabra. Lo que vio el profeta Isaías acerca de los días postreros lo confirma: 2:3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.



Hoy en día, Dios y su palabra han sido sacados de las escuelas, de las leyes, del gobierno y casi ha sido sacado de los pulpitos de las iglesias mismas. Mientras mas el hombre le dice no al camino de Dios, más se hunde nuestra sociedad en el fango del caos, inmoralidad, violencia, injusticia, corrupción, materialismo y depravación.

El libro de la sabiduría, el libro de Proverbios nos habla de dos caminos, y por lógica, dos clases de personas o grupos. Uno de esos caminos lo llama las sendas tenebrosas, es el camino de los hombres malos, inmorales, impíos. Y no necesariamente está hablando de los traficantes de drogas o algo así, más bien está hablando de todo aquel que se considera limpio y bueno, sin haber sido limpiado por aquel que es el único que puede quitar nuestras manchas y pecados.

El otro camino es llamado, la senda de los justos que es como la aurora que va en aumento. Es el camino de la vida y la abundancia de paz. La base de ese camino, es una sola, “Oíd, estad atentos, adquiere, recibe, retén, inclina tu oído, a mi ley”.

Muchos cristianos hoy están diciendo como el pueblo antiguo, “ven Jesús”. Pero han dejado de amar su ley y sus palabras.

Dios nos ha dejado la más grande carta de amor de la historia, su palabra, muchos ni tienen tiempo para leerla y aunque pasen años en la iglesia y sean líderes ni la han leído una sola vez. “Señor perdónanos, al decir que te amamos, mientras podemos pasar horas frente a un televisor, horas viendo un partido de futbol, día tras día platicando con nuestros amigos, y al mismo tiempo, nos pesa tanto leer tus palabras; perdónanos porque amamos mas la mentira que la verdad”.

VOZ QUE CLAMA. Es profético el nombre de la librería cristiana. Es Dios clamando a un pueblo que sigue adormecido, confiado y distraído. Pero sobre todo es el amor de Dios llamándonos a el. En medio de la tragedia, hay una voz que aun sigue clamando, con la misma fuerza y con la misma intensidad del Espíritu.

El huerto de Edén volverá a existir. El pueblo de Dios va a vivir eternamente en Canaán. Is. 51: 3 LA “Convertirá su desierto en Edén…” Ez. 36:35 “Y dirán, esta tierra… ha venido a ser como huerto del Edén, y allí viviremos con el eternamente”.
Edén = placer. Dios quiere que vivamos en el lugar de placeres ilimitados.




Cuando Dios creo a Adán y lo puso en Edén. Era su plan original, poner al hombre en Edén. Y que el hombre viviera en Edén eternamente. Cuando Adán fue sacado o echado fuera de Edén. Dios puso querubines y una espada encendida, para guardar el camino, no para eliminarlo. Cristo vino años después diciendo, “Yo soy el camino (para volver a Edén), yo soy la verdad (yo soy la espada, la palabra) y yo soy la vida (yo soy Edén)”.

La espada que impide que el hombre entre al huerto es su palabra. Oh dicho de otra manera, la única forma de volver al huerto será si estamos dispuestos a ser atravesados por su espada, su palabra. El último libro de la biblia termina como el principio, hablándonos de esa espada.

Apocalipsis dice: “el que tiene la espada aguda de dos filos dice esto” (Apoc. 2:12) También dice: Por tanto, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.

Este verso es impresionante: De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Apoc. 19:15. Cristo no gobernará con una espada física de hierro, sino con palabras de vida eterna, que al escucharlas quebrantará todo corazón necesitado.

No está hablando allí de un Dios violento, de un dictador. Está hablando de el quebrantamiento que producirá escuchar su voz, y la vida y la autoridad que habrá por medio de su hablar. El va gobernar con el poder de sus palabras, y los pobres y necesitados anhelaran escucharlas.

Cristo es la espada viva, para circuncidarnos. Pablo dice, “nosotros somos la circuncisión, los que no tenemos confianza en la carne”. Hoy lo que más tenemos es una excesiva confianza en nuestras habilidades, métodos y carne. La única forma de entrar y ser parte del reino de Dios, es si tenemos un Gilgal en nuestra vida, una circuncisión a la carne y amor de este mundo que hay en nuestro corazón. Josué tuvo que hacerse de cuchillos afilados para quitar la carne de Israel. La iglesia actual quiere y proclama tener lo mejor de Dios, pero no ha pasado por el horno de fuego, no se ha expuesto a los carbones encendidos del altar para purificar su hablar Y sigue no tras el supremo llamamiento, sino tras el lucro y error de Balaam, la prosperidad.


Muchas familias cristianas son hoy como Micaía y su madre. El era un ladrón, le robó a su propia madre. 1 Hubo un varón del monte de Efraín, que se llamaba Micaía. 2 El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías oyéndolo yo, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces la madre dijo: Bendito seas del SEÑOR, hijo mío.

Que madre. Que maldiciones no salieron de su boca contra el ladrón. Pero cuando se da cuenta que el ladrón es su propio hijo ella ahora es una mujer muy espiritual: Bendito seas del SEÑOR, hijo mío.

La educación ha tomado la agenda nacional. Se sabe que el 90% de cristianos que van a la universidad pierden su vida espiritual. El plan de Dios no es que nuestros hijos vayan a la universidad. El plan de Dios es que busquemos el reino de Dios y su justicia.

No solo Israel tenía becerros de oro. En Latinoamérica un becerro de oro, es la educación; para salir de la pobreza y por supuesto para ser como los demás. La mejor forma para salir de la pobreza, es conocer la voluntad perfecta de Dios para nuestra vida. Porque si la voluntad de Dios es que seamos pobres, no pelearemos con eso, si el plan de Dios es que seamos una bendición para todas las edades, recibiremos su gracia para ser despojados de todo, como Job.

Jesús dijo: “me puso por saeta en su aljaba” (Is. 49:2). Una saeta tiene un blanco, un propósito en la vida. El siguiente verso lo confirma: “y me dijo: Mi siervo eres.

Y para ser siervos de Dios no es un requisito ser un profesional. No olvidemos lo que dice el libro de los hechos: Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Para ser siervos de Dios lo único que importa es haber estado con Jesús.

Es un pensamiento socialista mirar al estado como el responsable de la educación y mirar al estado casi como un dios, el causante de todos mis males o la respuesta a todas mis necesidades.

Al final de la vida de cada padre, Dios les preguntará, “donde están las saetas que yo puse en tu aljaba”, “donde están mis siervos”. La meta de un padre cristiano debería ser que su hijo ame a Dios y que responda al llamado de Dios.

Rut cuando habla de si misma dice: “no soy ni como una de tus criadas”; ella era pobre, con muchas necesidades. Pero a ella se le dice: Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Ella terminó siendo la mujer más importante de su generación, porque para ella fue más importante conocer a Dios que salir de la pobreza u otras metas de la vida.

Muchos padres cristianos son como la madre de Micaía, están llamando Bendito seas del SEÑOR, a hijos caídos de la gracia, ocupados en sus metas, y sin amor de Dios y sus caminos.

Otros son como el hombre que aparece en el libro de Rut. La escritura no quiso honrarlo, solo le conocemos por “fulano”. Cuando supo que había una herencia, el la quiso, pero cuando supo que había que asumir responsabilidades, no le interesó. No hay gloria, vida y autoridad separados de la cruz de Cristo; aunque hoy el mensaje de la iglesia moderna sea, “ven y recibe”. Cuantos hay hoy que gozan de grandes títulos, pero que en el reino de Dios solo se les recordará como “fulanos”.

Como cristianos, hacemos mal en poner en este mundo nuestras metas. Faraón le dijo a Moisés que podían ir a adorar a Dios al desierto, pero que dejaran sus hijos en Egipto. Muchos padres han aceptado ese plan, les parece más justo que el de Dios, no quieren ver a sus hijos padecer. Y han sembrado en sus hijos la educación antes que seguir a Dios, el trabajo antes que Dios y el sueño de la casa propia antes que Dios.

Muchos padres se están golpeando el pecho frente al monte de Sinaí, mientras sus hijos están danzando en los palacios de Faraón.

Como cristianos también hacemos mal en creer que delante de cada cristiano hay un cielo, una vida eterna, un Dios con un cofre lleno de tesoros y coronas, y que eso nos está esperando, a pesar de cómo vivimos. Alguien dijo, Nuestro problema no es la falta de habilidad, sino la falta de fidelidad.

Una de las personas que Dios si honra y menciona su nombre en el N.T. Ana y que fueron visitadas en la primera venida. Nos dice que clase de vida ella tenía: y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.



Dios hizo un pacto con Adán, Dios hizo un pacto con Noé, Dios hizo un pacto con Moisés, Dios hizo un pacto con David, Dios hizo un nuevo pacto, el pacto de gracia. Hay otro pacto que está por delante, el pacto de paz. ¿Somos personas de fe, prisioneros de esperanza; que están anhelando que Dios haga un pacto con nosotros?

La pregunta no solo es, ¿Cuántos anhelamos que Dios haga con nosotros un pacto? La pregunta correcta es, ¿Cuántos estamos buscando que Dios haga un pacto con nosotros?

Quiero mencionar una de las personas o una de las claves con las cuales Dios hará en este ultimo tiempo, un pacto nuevo. Y sobre todo como movernos hacia Dios, como dejar de estar quietos y reposados, que ya dejemos de poner en este mundo nuestras metas, y que ya dejemos de llenarnos de amarguras, dudas y quejas.

La desesperación y la aflicción es algo que siempre nos moverá más a Dios que la prosperidad y el bienestar.
Dios apareció e hizo un pacto con Jacob. Pero fue después de que el estaba agotado y cansado por el pecado y la rebelión de su casa. Dios hizo un pacto después de la angustia. Gn. 35

Nm. 16:47-49. Aarón nos muestra como llenar nuestras lámparas de aceite y dejar de ser vírgenes insensatas. Aarón tuvo que apresurarse a llenar de aceite el incensario, tuvo que correr y ponerse entre los vivos y los muertos, por el juicio de Dios. Es lo que deberíamos estar haciendo.

David y el altar. II Sam. 24:15, 17 (David se arrepintió), 25. Levantó un altar.

Somos iguales y es lo que necesitamos y Dios está dispuesto a dárnoslo. Más aflicción. Los días de Joel están a la puerta.

Estaba en una iglesia, el mensaje fue confirmado con una profecía que dio la esposa del pastor: “Yo salgo al encuentro de los que amo, y a los que amo estorbo sus caminos. “Y los que me aman y a los que les estorbo sus caminos, dicen gracias”.





Cada vez estoy mas convencido de una cosa: “Dios ama a esta nación”. Y por lo mismo se que los hechos que hemos estado viviendo de tragedia como nación, son la mano de un Dios amoroso para que cada uno de nosotros nos volvamos a sus caminos, a sus leyes y a su gran amor. El escritor de hebreos dice: “Porque el Señor al que ama…”, prospera, engrandece y bendice (es el mensaje de la iglesia popular). Mas el mensaje de todas las Escrituras y en el cual han caminado los hombres y mujeres de fe es uno solo, “porque el Señor al que ama disciplina”. Cada peregrino y extranjero en esta tierra que ha estado en el desierto, en la aflicción y en el horno de Dios, afirma con gozo “tu vara y tu callado me han infundido aliento, me han avivado, me han guardado y vivificado”. Así también erradamente escuchamos el mensaje de la gran ramera: “tu vara y tu callado…” (Me desalienta, es un mensaje del diablo, es una falta de fe).

En el huerto, la ultima persona o ser que fue confrontado con su condición, fue Satanás. Dios vino al huerto y Dios sigue viniendo con su voz potente ¿Adán donde estás? El no está confrontando a los hijos de la serpiente, el está llamando y llevando al arrepentimiento a los hijos del segundo Adán.

Quizá vemos los problemas de nuestra nación y tendemos a juzgar al gobierno, a los ricos; que fácil es lavarse las manos como Pilatos echándoles la culpa y responsabilidad a otros. Hay problemas en la iglesia, de la misma forma vemos a todos con tanta tibieza, sabemos donde está el problema, y por casualidad nunca tiene que ver con nosotros. En nuestra casa hay pecado, una falta de amor, y aun seguimos creyendo que hemos hecho lo mejor.

Mt. 3:1-2 En el desierto de Judea. Que dicha para los habitantes del desierto. Pero pensemos por un instante, estaban en un desierto y aun así se les da un mensaje nada tibio, arrepentíos. En esa gente no había dureza, bien le podían decir a Juan: “te equivocaste de lugar o de mensaje”, “los pecados graves y los grandes pecadores están el la ciudad”. Dios va a intervenir para limpiar al que quiere ser limpio, y Dios no intervendrá, en la vida del que quiere seguir en su pecado.

“Yo salgo al encuentro de los que amo, y a los que amo estorbo sus caminos. “Y los que me aman y a los que les estorbo sus caminos, dicen gracias”.

¿Adán donde estás? Donde estamos cada uno hoy, donde está nuestro corazón, hacia donde miran nuestros ojos.

Que tragedia si perdemos nuestro lugar en su reino eterno. Que tragedia es creer el mensaje de lucero, que este mundo puede darnos más placeres que nuestro Creador.

Abraham tenía 99 años cuando Dios renovó el pacto con el. No es tarde todavía. Edén es tu hogar si lo aceptas, y si no eres engañando por el inicuo, por los becerros de oro.

El pecado es placer, las metas de esta vida igual. Pero que siempre trae tristeza, dolor y amargura eterna. Que nuestros ojos sean abiertos. El único anhelo de nuestro Padre, es lo mejor posible para nuestra vida.

Una de estas noches me dio un escalofrío, fue tan fuerte que el pecho se agitaba violentamente. Como pude logre detener la agitación de mi cuerpo. Pensé un instante, si esto sigue puedo hasta morir, me puede dar un paro al corazón.

Pero en el mismo día, al escribir estas notas, estaba voluntariamente haciendo lo mismo, cerrando mis puños y sacudiéndome fuertemente, era por esta verdad, en mi había el mismo clamor, “Señor estoy muriendo, mi vida está llena de ídolos, estoy alejado de la visión, estoy poniendo mis ojos en este mundo, has algo para que no muera”.

Dios quiere hacer un pacto y renovar la visión en la vida de cada uno de nosotros.

Amen.
Hno. Julio Barrientos

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